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SECRETOS DE LA LUNA

Bajo la Supervisión del Deseo

Bajo el suave resplandor de La Luna, se ocultan historias que jamás verán la luz del día. Hoy, les traigo una narración apasionante y secreta. Marta y Alejandro, una alumna y su profesor de inglés, se encuentran atrapados en una red de deseo y reglas no dichas. ¿Hasta dónde llegarán para satisfacer sus impulsos? Acompáñenme en esta historia cargada de emoción y misterio, que los mantendrá cautivados hasta el último suspiro.

Marta, una joven de 27 años, y su mejor amigo, Daniel, decidieron inscribirse juntos en un curso de inglés para mejorar sus habilidades lingüísticas. Ambos compartían la misma motivación, y la idea de hacerlo juntos les parecía divertida y útil. Lo que Marta no esperaba era encontrar a alguien que llamara tanto su atención en el aula.

El profesor de inglés, Alejandro, era un hombre atractivo y carismático, con un físico musculoso, ojos claros y una sonrisa encantadora que podía derretir a cualquiera. Desde el primer día, Marta sintió una fuerte atracción hacia él. Alejandro mantenía una relación estrictamente profesional, pero con el tiempo, Marta notó que había pequeños coqueteos disimulados, miradas furtivas y sonrisas cómplices que encendían la chispa entre ellos.

A pesar de estos intercambios, su relación seguía siendo mayormente profesional. Sin embargo, un día, Alejandro la invitó a salir discretamente después de la clase. Le dijo que si no le importaba salir con un hombre con novia. Marta quedó anonadada, nunca había estado en esa situación y siempre había evitado involucrarse con hombres comprometidos. Pero Alejandro ejercía un poder irresistible sobre ella, y las ganas que tenía de estar con él eran difíciles de ignorar.

Confundida, Marta consultó con Daniel sobre la invitación. Daniel, en su típico estilo relajado, le dijo que mientras no afectara su curso de inglés, ella debía hacer lo que quisiera. Sin más, Marta decidió aceptar la invitación de Alejandro.

Salieron un par de veces, y la atracción física entre ellos no tardó en desbordarse en un encuentro sexual. A pesar de la intensidad de su conexión física, las conversaciones entre ellos eran superficiales y efímeras. Alejandro le dejaba claro que debían mantener sus interacciones en secreto. Incluso a veces, al final de una conversación, le pedía que no respondiera más mensajes porque estaba con su novia. Marta, aunque al principio le sorprendió esa actitud, no le daba demasiada importancia, ya que lo que sentía por Alejandro no iba más allá del deseo físico.

Alejandro desarrolló algunas reglas estrictas para mantener su relación clandestina: nadie debía verlos ni saber sobre ellos, solo podían hablar cuando él pudiera y no debían mezclar sentimientos, muy importante. Marta aceptó las condiciones, disfrutando de la adrenalina y el placer que esta aventura le brindaría. Se veían más seguido al salir del curso, encontrándose en los carros o en hoteles discretos. La clandestinidad del momento y el riesgo constante solo aumentaban la emoción de sus encuentros, haciendo que cada aventura juntos fuera más intensa y cargada de deseo.

Sin embargo, con el tiempo, la dinámica comenzó a cambiar. Alejandro empezó a desarrollar sentimientos por Marta y a querer más de lo que habían acordado. Insistía en salir más, en recibir más atención por teléfono, le hacía regalos y buscaba cualquier excusa para estar cerca de ella. Marta, por su parte, tenía claro que no quería nada más allá del placer físico. Sentía que Alejandro estaba invadiendo un espacio que no le correspondía.

Un día, mientras estaban hablando después de uno de sus encuentros, Alejandro comenzó a fastidiarla con comentarios sobre lo increíble que él era en la cama y cómo Marta tenía la suerte de estar con él. Se jactaba de sus habilidades y de cómo había sido el mejor amante que ella había tenido, presumiendo con arrogancia sobre sus hazañas sexuales. Marta, cansada de su ego inflado y de sus constantes intentos de profundizar la relación, decidió ponerlo en su lugar. Con una mirada fría y calculada, le respondió:

«¿Qué hablas? Si sólo tienes algo que cumplir y ni siquiera lo haces; no has logrado hacer que tenga un orgasmo, Alejandro.»

El comentario dejó a Alejandro impresionado y con la boca cerrada. La cruda verdad de sus palabras lo golpeó con fuerza, desmantelando su vanidad en un instante. Desde ese día, Marta sintió que las cosas comenzaron a cambiar de parte de él. Alejandro se volvió más insistente y necesitado, buscando constantemente su validación y tratando de compensar el golpe a su ego. Quería salir más, tener más de su tiempo y atención, haciendo todo lo posible para impresionarla y ganarse su aprobación.

Alejandro intentó por todos los medios agradar a Marta. Le enviaba mensajes más frecuentes, aunque siempre bajo sus términos y reglas, y trataba de organizar salidas que no involucraran simplemente encuentros clandestinos, decía incluso no importarle si los veían en público. Sin embargo, Marta mantenía su postura firme, evitando que sus encuentros se transformaran en algo más que meras aventuras sexuales.

A pesar de los intentos de Alejandro, Marta no podía ignorar cómo la situación la hacía sentir cada vez más agobiada. Lo que al principio había sido emocionante y prohibido se estaba convirtiendo en una carga emocional que no estaba dispuesta a soportar. Alejandro, quien había sido tan firme en sus reglas iniciales sobre mantener la relación estrictamente física y sin compromisos emocionales, ahora parecía haber olvidado esas condiciones. Su creciente apego y sus constantes demandas de atención contrastaban fuertemente con la libertad y la falta de ataduras que Marta había esperado de esta aventura.

Las clases de inglés, que antes eran sus horas favoritas del día, se volvieron incómodas y tensas. Alejandro se mostraba cada vez más insistente en intentar profundizar su relación, buscando cualquier excusa para estar más cerca de ella y exigiendo más de su tiempo y atención. Marta, por su parte, se encontraba cada vez más fastidiada por la situación. No podía entender cómo Alejandro, quien había sido tan claro en sus reglas al comienzo, ahora estaba tan involucrado emocionalmente, mientras que ella mantenía sus propios sentimientos firmemente en control.

La insistencia de Alejandro y su desesperada necesidad de atención comenzaron a fastidiarla profundamente. Se sentía atrapada en una situación que ya no le proporcionaba la emoción y el placer que una vez había disfrutado. La presión constante de Alejandro, quien le enviaba mensajes con frecuencia y buscaba cualquier oportunidad para estar con ella, se volvió sofocante. Lo que había comenzado como una aventura emocionante y sin compromiso se había transformado en una fuente de estrés y frustración.

Finalmente, Marta tomó la decisión de poner fin a la situación. Dejó de responder a los mensajes de Alejandro y evitó cualquier interacción innecesaria, dejando atrás una experiencia que, aunque emocionante, no tenía lugar en su futuro.

Así, bajo la atenta mirada de La Luna, se desvela otro de nuestros secretos. Marta y Alejandro nos enseñan que el deseo puede romper las barreras de lo prohibido, aunque el precio a pagar sea alto. Gracias por compartir esta velada conmigo, donde las pasiones ocultas se revelan bajo la luz de La Luna. Hasta la próxima, queridos lectores, donde más relatos íntimos y cautivadores aguardan ser contados.

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