¿qué pasó anoche?
Todos alguna vez hemos tenido una experiencia donde terminamos haciéndonos la misma pregunta; ¿qué pasó anoche? …
Esta es una de esas experiencias que te hacen cuestionar la línea entre la amistad y el deseo, entre lo que está destinado a ser y lo que podría haber sido. Una historia que comienza en el mundano entorno de una oficina corporativa, donde las relaciones laborales se entrelazan con emociones más profundas, y culminan en una noche de pasión y misterio que cambiará el curso de una vida para siempre…
María era una joven talentosa y divertida que trabajaba en una multinacional. Su puesto la llevaba a interactuar con una amplia variedad de personas, y en su área predominaban los hombres, lo que significaba que la mayoría de los compañeros con los que pasaba más tiempo eran hombres.
Siempre recibía halagos sobre su atractivo en la oficina, pero María nunca había sentido la tentación de iniciar algo romántico con algún compañero. Para ella, la profesionalidad era primordial en el ambiente laboral, y prefería mantener las relaciones personales al margen de ese mundo. Aunque los cumplidos eran agradables, María hacía caso omiso a ellos.
Sin embargo, un día todo cambió cuando conoció a Daniel. Fue durante una de esas interminables reuniones de equipo donde las horas parecían desvanecerse entre presentaciones y discusiones. Entre la multitud de rostros conocidos, uno en particular captó la atención de María. Daniel, con su porte seguro y su sonrisa contagiosa, destacaba entre la multitud. María sintió una atracción magnética hacia él desde el primer momento en que sus miradas se encontraron.
Pero más allá de su atractivo físico, fue su energía juguetona y su sentido del humor lo que realmente cautivó a María. En cada interacción, Daniel demostraba una habilidad para hacerla reír y sentirse cómoda como nunca antes lo había experimentado.
A medida que comenzaron a colaborar en proyectos y compartir ideas, María descubrió capas más profundas en la personalidad de Daniel. Descubrió su pasión por el arte y la música, su amor por la aventura y su dedicación a su trabajo. Cada conversación con él era como una ventana a un mundo nuevo y emocionante, y María se encontraba cada vez más intrigada por el hombre detrás de la sonrisa encantadora.
Con el tiempo, la amistad entre María y Daniel se convirtió en un refugio seguro en medio del caos del mundo laboral. Compartían confidencias, se apoyaban mutuamente en los desafíos profesionales y se reían juntos de los momentos divertidos. Cada momento que pasaban juntos solo servía para profundizar la conexión entre ellos, y María se encontraba cada vez más atraída por la presencia de Daniel en su vida.
Durante casi un año, María y Daniel mantuvieron una relación de amistad, disfrutando de la compañía del otro en el trabajo. Compartieron confianzas, se apoyaron mutuamente en los desafíos profesionales y se reían juntos de los momentos divertidos.
Pero no todo era seriedad y trabajo. Entre risas y complicidad, disfrutaban de los pequeños momentos de felicidad que la vida les ofrecía. Ya fuera compartiendo anécdotas graciosas en la oficina o escapándose a un bar cercano para disfrutar de una cerveza después de una jornada agotadora, María y Daniel sabían cómo hacer que cada momento juntos fuera especial.
María se encontraba cada vez más atraída por la presencia de Daniel, su inteligencia y su capacidad para hacerla sentir especial. Aunque se resistía a admitirlo, sus pensamientos a menudo se desviaban hacia escenarios románticos con él, imaginando lo que podría ser si se permitieran explorar una relación más allá de la amistad. Sin embargo, también tenía miedo de arruinar su relación laboral y enfrentar las complicaciones que podrían surgir si las cosas no funcionaban entre ellos.
Un día, después de un evento de la empresa, todo el equipo decidió salir a tomar unos tragos para celebrar. La atmósfera era animada y llena de energía, y María se dejó llevar por la emoción del momento. La noche continuó con risas y bromas, pero la tensión entre María y Daniel era palpable, cargada de una nueva conciencia de lo que podrían ser juntos. A medida que avanzaba la noche, el alcohol fluía y las inhibiciones se desvanecían, María se encontraba cada vez más cerca de Daniel, incapaz de resistirse al magnetismo que los unía. Sin darse cuenta, comenzó a beber más de lo habitual, perdiendo la noción del tiempo y del espacio a medida que la noche avanzaba.
Cuando finalmente recuperó la conciencia, María se encontró en una habitación desconocida, vestida solo con su ropa interior y sin recordar cómo había llegado allí. El pánico la invadió mientras intentaba recordar lo que había sucedido esa noche, pero todo era un borrón en su mente.
Decidida a despejar sus dudas, María buscó a Daniel para hablar sobre lo que había sucedido. Pero antes de que pudiera encontrarlo, recibió la noticia de que había sido transferido a otro país por motivos laborales. El corazón de María se hundió al darse cuenta de que nunca tendría la oportunidad de hablar con él sobre esa noche tan embarazosa.
Con el paso del tiempo, María aprendió a aceptar que algunas cosas simplemente no estaban destinadas a ser. Aunque nunca descubrió lo que realmente sucedió aquella noche, se consoló sabiendo que, al menos por un momento, había estado cerca de la persona que le hacía latir el corazón más rápido.
Y así, María continuó con su vida, llevando consigo el recuerdo de esa noche perdida y la lección de que a veces el destino tiene sus propios planes, incluso cuando se trata del amor.